Sitio web de la Agrupación de DD.HH. Salvador Allende
![]() La recuperación y Restauración de la Memoria Histórica es Nuestra Responsabilidad ![]() Cuando una sociedad vive una experiencia traumática de violación de los derechos humanos de sus miembros, al pasar de los años los victimizadores –y sectores cómplices de la misma sociedad-- hacen esfuerzos por “olvidar” el pasado. Fundamentalmente, se dice “eso fue mentira, nunca pasó.” En el caso de la sociedad chilena que vivió y sobrevivió el período posterior al golpe de estado militar de 1973, esto es exactamente lo que se ha intentando, afortunadamente, no tan exitosamente. Borrar ciertos hechos de la historia es una práctica común de los historiadores pagados por un sistema. Lamentablemente esto aplica para todas las ideologías. De igual manera es importante señalar que los historiadores profesionales tienden a concentrarse en hechos y personajes determinados por personajes y situaciones que raramente incluyen con algún grado de detalle a los individuos dentro de las masas sociales de los sectores dominados, indígenas, trabajadores, campesinos, estudiantes, que son los que al fin y al cabo realmente determinan y sufren las historias de todas las sociedades del mundo. Un caso ejemplar en el tema que tratamos es el de los esfuerzos teóricos por negar el holocausto y la exterminación de judíos por parte de los nazis durante la segunda guerra mundial. Los argumentos que se esgrimen son que los nazis no tenían una política de solución final, que no existieron los campos de exterminación, ni las cámaras de gas para ejecutar judíos, comunistas, homosexuales, y gitanos. La otra afirmación es “murieron” muchos menos judíos que las cifras comprobadas de 5 a 6 millones de seres humanos. Todo esto dicen los nuevos y viejos teóricos nazis es simplemente una invención conspirativa de los judíos. En nuestro país, donde los asesinatos, las desapariciones, la encarcelación, los juicios, las detenciones, la tortura, la persecución, y el exilio existieron, se usa una táctica similar. Primero que nada, dicen los borradores de historia, si las ejecuciones existieron fueron para salvar el país de la barbarie del comunismo. Este argumento supera cualquier consideración por los derechos humanos. Otros dicen que existía una situación de guerra. Curiosamente solamente una de la partes tenía toda las fuerzas de las armas. Al 2014 han pasado ya 41 años desde el golpe militar en Chile, que culminó con cerca de 6000 desaparecidos y cientos de ejecutados, y decenas de miles de hombres, mujeres y jóvenes encarcelados y torturados. Toda una generación de personas que sufrieron directamente la represión militar ya ha ido muriendo por los años, las enfermedades, y muchas veces por las mismas secuelas de un maltrato físico y sicológico que minó y acorto sus vidas. Y las historias que se escriben y se cuentan siguen haciendose a nivel de cúpulas. Por esa razón es que la recuperación de la memoria histórica no solamente en Chile sino en toda Latinoamérica donde han existido la represión y crímenes contra la humanidad, la hacen los sobrevivientes y los hijos y los nietos de los sobrevivientes, quienes han emprendido la recuperación de la memoria de esas represiones. Igualmente, en vez de ser esta una tarea de historiadores individuales, se ha abordado esta tarea de manera colectiva. Se han tomado tímidas medidas gubernamentales en Chile como las leyes de compensación a cambio del silencio para los familiares de los desaparecidos (Comisión Retig) y para las personas víctimas de represión (Comisión Valech). Estas llamadas comisiones de “verdad” sí contienen parte detallada y comprobable de los hechos de violación de derechos humanos por parte de agentes armados y civiles del estado chileno, subvertido por los militares desde 1973 a 1989. Nótese que la ley de pensión Valech explícitamente estableció que los testimonios prestados no podrían ser usados en una corte de justicia. De tal manera que así quedó sellada la impunidad. Sin embargo, las mismas víctimas han estado contando sus verdades y sus historias, de cómo fueron reprimidos, como se alteró profundamente sus vidas cotidianas, de los familiares afectados, de los muertos, los detenidos, los torturados. De cómo se vivió y se sobrevivió al castigo supralegal. La suma de cada una de esas historia va constituyendo la memoria colectiva de los pueblos. Y mientras en los años 1970s y 1980s no quedaba otra alternativa que imprimir en papel las historias de los oprimidos, habitualmente las que podían publicarse, eran las de los menos, especialmente de aquellos que eran reconocidos escritores, profesionales o académicos que sufrieron la represión. Esta era entonces una interpretación parcial de los hechos y de sus propias vivencias. A partir de los 1990s, sin embargo, ha irrumpido en el mundo la posibilidad de comunicación por medio del Internet. Entonces se empezaron a levantar páginas web que recolectaban los escritos de los mismos victimizados por los estados. En el caso de los sobrevivientes de la represión chilena, se pueden citar páginas como dawson2000.com, memoriaviva.com, y nuestra propia memoriacolectiva.com, por citar sólo unas pocas. Se pasó entonces desde el libro, la revista, el folleto, el panfleto a la página web y los blog. De esta manera, la memoria no sólo se recupera sino que se esparce y se comparte no solamente en un solo país sino en el mundo entero. Más recientemente, la memoria individual y colectiva de los reprimidos y los victimizados ha llegado los mal-llamados medios sociales, tales como Facebook. Tal es el caso de la página Facebook https://www.facebook.com/groups/londres38/ . Desde allí se sigue manteniendo viva la memoria de los asesinados y desaparecidos en ese centro de tortura de la calle Londres #38. Cabe también decir que se han hecho y se siguen haciendo esfuerzos por recuperar y preservar la historia no sólo en materia escrita, sino también en vídeos, películas, documentales, pinturas, arpilleras, tallados (no olvidemos las pequeñas piedras talladas de los presos de la Isla Dawson), en música y obras de teatro. En suma, ya no son sólo los historiadores los custodios interesados, muchas veces comprados y determinados, sino que las propias voces de los pueblos las que se levantan para redactar su propia historia, para mantener la memoria colectiva viva a través de los años. Allende dijo en alguno de sus discursos, “la historia es nuestra y la hacen los pueblos.” Ahora podemos agregar que no solamente la historia la hacemos los pueblos, sino que también la escribimos nosotros mismos para que nunca se borre la memoria popular. 30 de julio de 2014
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